Friday, December 29, 2017

El último Baile de la Dictadura de Nicolás Maduro (últimos días de las dictaduras)

 


La mayoría de las dictaduras y de los dictadores lucen fuertes e imbatibles en sus últimos días. Tratan de aparentar fuerza y acuden a la represión para controlar el poder.


Se piensa que van a durar mucho tiempo, pero la realidad es que sus días están contados.

Marcos Pérez Jiménez, dictador que gobernó Venezuela entre 1948 y 1958, celebraba con champaña el 31 de diciembre de 1957, en opulencia su última fiesta y dando un discurso que, entre mentiras y acusaciones a otros, intentaba maquillar el descontento del país, que ya daba todos los indicios de que iniciaba el cambio. La última de Navidad de Marcos Pérez Jiménez en Venezuela se caracterizó por una falsa calma y una gran confabulación en su contra que concluiría en la revuelta del 23 de enero 1958. Fraudes electorales, incremento de presos políticos y represión, nombramientos de militares poco capacitados en puestos claves, descontento en las fuerzas armadas, banqueros beneficiados de las obras de gobierno y protestas espontaneas en diversas ciudades del país. Pérez Jiménez y sus colaboradores se mostraban ese diciembre “poderosos” y soberbios, despreciando a la oposición (que ya era todo el país), como muchos dictadores se le había nublado la visión y sólo veía a su entorno. En menos de un mes todo su poder se desvaneció y terminaría escapando hacia España.

Otro dictador sanguinario, en esta oportunidad de Republica Dominicana, Rafael Leónidas Trujillo (Chapita Trujillo) quien gobernó brutalmente desde 1930 hasta que fue asesinado en Mayo de 1961. El país había entrado en crisis con protestas reprimidas y mucho malestar en las fuerzas armadas, Trujillo ignoraba la protesta y apresaba o asesinaba a cualquier sospechoso. El Presidente de Estados Unidos John Kennedy, al ver las molestias generalizadas en República Dominicana envió al diplomático Robert D. Murphy 15 de abril de 1961 para que se entrevistara con Trujillo y lo persuadiera a que se retirase pacíficamente del poder. Trujillo decidió aferrarse al poder y se sentía confiado de su control del país, su respuesta fue: “¡A mí sólo me sacan en camilla!”. Tan confiado que se fue a una visita amorosa, sin escoltas, el 30 de mayo en que fue asesinado.

En Haiti, el presidente de “por vida” Jean-Claude ("Baby Doc") Duvalier, que heredo el poder de manos de su padre en 1971, gobernando con tremenda corrupción, violencia, presos políticos, asesinatos, violaciones de derechos humanos y dejando a Haití en la mayor pobreza y abandono mientras se beneficiaban sus familiares y amigos. Duvalier gobernó entre el 22 Abril 1971 al 7 de Febrero de 1986. La dictadura de Baby Doc se fragmentó en el mes de Noviembre de 1985 (tres meses antes del golpe de estado) cuando sus fuerzas de seguridad reprimieron brutalmente una manifestación de estudiantes en el pueblo de Gonaives, matando a tres estudiantes. Luego de diversas protestas y malestar generalizado Duvalier escapa al exilio en el mes de febrero de 1986.

Alberto Fujimori, quien gobernó Perú del 28 de Julio de 1990 al 22 de Noviembre de 2000, durante ese tiempo cerró el Congreso, censuro y cerró medios de comunicación y persiguió a opositores. Interpreto a su medida la Constitución para reelegirse en varias oportunidades. Se sentía tan cómodo en el poder que corre para un tercer mandato inconstitucional y hace fraude masivo electoral en las elecciones de 1999. Para ese entonces la corrupción masiva y las violaciones de derechos humanos era la noticia. Pese a tratar de mostrarse fuerte en el poder, las protestas masivas y los escándalos le hacen escapar y residenciarse en Japón, para luego volver y afrontar la justicia, hasta el reciente indulto.

Casos similar el de Ferdinand Marcos, que gobernó Filipinas por 20 años y no vio que el poder se le había escapado por la corrupción y por las protestas masivas.

Dictadores sanguinarios como Saddam Hussein de Irak o Muammar Gaddafi (Libia) se mostraban fuertes y desafiantes al mundo días antes de que fueran derrocados. En el empobrecido Zimbabue, Robert Mugabe terminaba su larga dictadura plagada de corrupción, miseria y violaciones de derechos humanos, luego de estar desafiante y sin darse cuenta mientras dormía su propios aliados lo sacarían del poder el 14 de noviembre de 2017. Los mayores aliados de Mugabe, China y Rusia, no tendrían problema en reconocer a su sucesor.

 

En Venezuela, la crisis económica, la pobreza generalizada, crisis alimentaria, crisis de salud y medicinas, la corrupción generalizada y violaciones masivas y sistemáticas de derechos humanos, han hecho de la narco-dictadura de Nicolás Maduro y sus secuaces algo inviable. Maduro y sus cómplices se aferran al poder con el uso de la violencia formal e informal, aprovechándose de la debilidad de la oposición y de la corrupción y complicidad de las fuerzas armadas. Pero como en todos los casos anteriores, la dictadura baila y disfruta sus últimos días. Protestas no organizadas, malestar generalizado, pobreza, narcotrafico, mafias, violencia, crisis humanitaria, sanciones internacionales y una dictadura al descubierto es la musica que suena para Nicolás.


A son de salsa Maduro va llegando a su final, porque cualquier coincidencia con los demás dictadores no es pura coincidencia, la historia tiende a repetirse.

Tuesday, April 11, 2017

Venezuela: Un Estado Fallido y la salida negociada

Venezuela muestra claramente el experimento fallido de un modelo enfermizo basado en una ideología bucólica mal entendida y un populismo mesiánico militar. Lo que vemos en Venezuela es el resultado de fallas no resueltas de impunidad en un sistema democrático débil que trajeron como consecuencia hace 17 años a un ególatra autoritario e incapaz llamado Hugo Chávez. El desmontaje de lo que Chávez llamo la “Cuarta República” y su sustitución con un modelo llamado “Socialismo del Siglo XXI” no fue más que el acomodamiento de sectores de elites corruptas existentes con un nuevo grupo ávido de corrupción y poder bajo una mentira revolucionaria.

Chávez personalmente favoreció la existencia de un sistema sin controles o instituciones, donde toda persona estaba a la libre oferta y demanda de la corrupción. La centralización de todos los poderes bajo una sola persona, la cual carecía de la experiencia para gobernar, pero la alta renta petrolera le permitía el lujo de dilapidar toda la regalía petrolera en falsos programas sociales y en una ineficiencia sin precedentes. Chávez recibe un barril de petróleo en US $ 8 y a los cuatro meses de estar gobernando sube a US $ 42, para ubicarse por varios años a niveles superiores a los US $ 90 por barril.

La caída del barril de petróleo hace que el gobierno sustituya el ingreso petrolero por modelos relacionados con el crimen organizado y por una gestión económica de crisis para poder mantener la corrupción del sistema. Vemos como se usan los aeropuertos y vías aéreas y marítimas de Venezuela para el narcotráfico y el sistema bancario para el lavado de capitales producto del crimen, como estructura alterna económica. Por otro lado se impone un control cambiario de divisas para mantener el control de la economía. Paralelamente el gobierno va progresivamente incrementando el control autoritario de las instituciones y de la población mediante la represión y la violación masiva de derechos humanos. A nivel internacional el Gobierno de Hugo Chávez va comprando voluntades con el petróleo para poder generar solidaridad y se convierte además en un buen vendedor de su imagen “social” dentro y fuera del país.

La crisis que hoy vemos en Venezuela de violencia endémica, de carencia de comida, carencia de medicinas, crisis del sistema hospitalario, carencia institucional e inexistencia del estado de derecho arranca con Hugo Chávez y se intensifica a su muerte con Nicolás Maduro y la red de corrupción y crimen a su alrededor. Para poder entender a Venezuela se debe tener presenté que no es una dictadura tradicional, es un sistema basado en el crimen, donde lo que están defendiendo Nicolás Maduro, Tareck El Aissami, Diosdado Cabello, Padrino Lopez y otros, es su propia existencia, porque sus crímenes van más allá de abuso de poder o corrupción, hablamos de crímenes de lesa humanidad, narcotráfico y crimen organizado. Por el otro lado, el sistema de corrupción ha venido también permeando a diversos liderazgos de la oposición, lo cual ha permitido que entren en complicidad con el gobierno por miedo o por mantener sus preventas. La oposición en estos años ha venido avanzando pero se equivoca en opciones de dialogo por impericia o por complicidad.

La decisión del Tribunal Supremo de Justicia, controlado directamente por Maduro y sus cómplices, de eliminar a otro poder, el legislativo, abrió el camino a una serie de manifestaciones diversas en todo el país que han sido reprimidas violentamente por el Gobierno de Maduro, lo cual ha llevado a numerosas condenas a nivel internacional. El escenario de ebullición de la conflictividad en lugar de calmarse luego de una semana de protestas, pareciera seguir incrementando la radicalización y la violencia.

Los líderes de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), plataforma de partidos de oposición, han sido obligados a cambiar un discurso conciliador y en su lugar han tenido que sumarse a las protestas de calle como única alternativa de procurar contrabalancees con el régimen.

Con la conflictividad interna por un sector del país, se suma la carencia de servicios, medicinas y comida, que podría generar que se sumen sectores populares a la protesta colectiva. Por otro lado, hay un abandono de aliados tradicionales internacionales al Régimen de Nicolás Maduro e instituciones como la Organización de Estados Americanos, más de 22 gobiernos de las Américas y la mayoría de organismos de derechos humanos vienen sumando sus acciones para buscar el retorno de la democracia a Venezuela. Las sanciones de Estados Unidos pueden verse imitadas por la Unión Europea y por diversos países Latinoamericanos, incrementando el aislamiento de Venezuela. Para Maduro solo le queda el reducto de gobiernos autoritarios del Alba.

Ningún gobierno o entidad criminal deja el poder por voluntad propia, porque sabe que su alternativa es la cárcel. La presión nacional e internacional puede llevar a la dictadura al verse acorralada a ceder o a negociar políticamente una entrega parcial o total de poder a cambio de mejores condiciones de salida del poder. Una combinación entre manifestación pacífica, que no caiga en la tentación de la violencia o de esperar respuestas militares, con presión directa de gobiernos y organismos internacionales, así como la limitación de la movilidad económica (control de cuentas) o física (restricciones de visas) de los jerarcas del régimen y sus colaboradores, puede abrir la puerta para una negociación política de alto nivel.

Por el lado de la oposición necesita mantener una estrategia de manifestación e irreverencia pacifica de calle, pero al mismo tiempo sustituir la MUD por una mayor coalición de fuerzas y visiones opositoras que incluya a la academia, los estudiantes, los trabajadores, los ex Chavistas, las organizaciones de derechos humanos, sectores productivos y otros sectores que representen a sectores populares. Debe además sumar a la diáspora de más de 3 millones de venezolanos en el exterior. Debe sumar al pueblo al cual no le llega la información o se encuentra amenazado por colectivos violentos controlados por el gobierno. Debe mantener una acción permanente interna con una estrategia efectiva internacional. La comunidad internacional debe seguir limitando la movilidad del régimen criminal de Maduro y avanzando en procesos de sanciones a sus funcionarios, incluyendo agilizar los juicios pendientes en la Corte Penal Internacional.

La presión debe ir acompañada de una “negociación política” internacional y nacional de alto nivel, con presidentes activos comprometidos (no expresidentes e instituciones fallidas como sucedió con el falso diálogo de finales de 2016), que necesariamente incluya a la OEA, que pueda imponer a corto plazo un cronograma de elecciones generales (presidenciales y todos los poderes), reforma electoral y sustitución de autoridades electorales que generen confianza, observación electoral nacional e internacional creíble, rescate de las instituciones, terminar la represión inmediatamente, enjuiciar  al los violadores de derechos humanos, y atender prioritariamente la grave crisis de alimentos y medicinas. Venezuela se encuentra en un estado de dependencia internacional, la producción nacional es casi nula y sólo se mantiene de la venta petrolera y del mercado ilegal, pese a los discursos altaneros del gobierno de Maduro, ellos saben de sus fragilidades y de que están jugando es a alargar su propia salida. Una buena negociación que les permita evitar mayores derramamientos de sangre sería preferible a locuras militares inaceptables o el caos total.