Dr. Carlos E. Ponce S.
Publicado en "
Nueva Politica", Febrero 2012
La obsesión con encontrar líderes y fórmulas milagrosas de gobierno en individuos “puros” provenientes de sectores lejanos a las burocracias gubernamentales o partidos políticos ha llevado a grandes errores en la selección de numerosos presidentes en las Américas.
El complot generalizado en Venezuela contra los partidos políticos y la ceguera de los liderazgos incapaces de detectar la necesidad de cambio trajeron los lodos actuales que hunden a Venezuela en el mayor narco gobierno de la historia. Esa búsqueda por el líder milagroso llevo al incompetente de Hugo Chávez al poder, aún con la nula experiencia en asuntos de gerencia, gobierno o diálogo político. El precio que se pago fue muy alto con la total destrucción de la democracia en ese país.
Similares formulas mágicas han buscado en Bolivia, Ecuador y Perú, con la elección del anti-líder. Son malas soluciones a la medida de izquierda o de derecha, porque vemos como en el caso de Panamá o en el caso de Chile también se buscaron unas formulas empresariales externas que realmente no son más democráticas que las de la falsa izquierda que hunden la región ahora llamada del Alba. Tampoco ha funcionado en el caso de Estados Unidos con la elección de un “amateur” en la presidencia de ese país, simplemente con la venta de la esperanza o “Hope”. El Presidente Barack Obama se ha limitado a tratar de aprender gobernando, lo cual ha llevado a este país a una crisis continua económica, política y social, que si bien es parte herencia del terrible gobierno de George W. Bush, la administración Obama simplemente ha venido agravando al enfermo por inexperiencia y soberbia. Pero también ha llevado a la destrucción de las oposiciones, porque a las mismas también se les exige que tengan líderes y lideresas “no contaminados”. Las formulas anacrónicas del “Tea Party” o las estructuras anti-sistema como los “Ocupantes de Wall Street” en Estados Unidos son muestra de esa suerte de ciclón destructivo de la anti-política. Estos movimientos traen sólo mensajes radicales y promueven los líderes o lideresas menos competentes donde los norteamericanos tendrán que votar por un radical obsoleto de derecha o el incompetente gobernante (poco abierto al diálogo), lo cual es síntoma de una parálisis continua y extendida. Estados Unidos es un país políticamente paralizado donde el Congreso se ha quedado en diatribas ideológicas del pasado y por los vientos que soplan los próximos cuatro años serán iguales o peores. En cualquier escenario pierde la democracia y la libertad, en pleno tiempo de globalización se deja un país innovador como Estados Unidos en manos de dos partidos anacrónicos con burocracias ineficientes.
Al final sólo se benefician de estos radicalismos y molestias colectivas los mismos entes detrás del poder, las elites siempre sobreviven con procesos transformativos inmediatos, quienes se acomodan con mayor facilidad cuando surgen estos líderes inexpertos y en situaciones de crisis estructurales. La doctrina de “shock” (Naomi Klein, 2007) impera siempre dentro de los procesos caóticos, en el caso que nos ocupa es la inexperiencia y las crisis de poder ocasionadas por inexpertos.
En su nuevo artículo “The future of history” que aparece en el número de enero de la revista Foreign Affairs, el Profesor Francis Fukuyama nos ilustra el proceso de desaparición de la clase media, pilar de la democracia liberal, en lo que parece un movimiento suicida por fórmulas populistas más autoritarias. Y es que hay que coincidir con Fukuyama que la derecha se ha vuelto peligrosamente destructiva y en la izquierda no se ha dado un surgimiento ideológico decente en cuanto a formulas económicas o sociales de avanzada. Igual percepción la comparte el intelectual francés Bernard-Henri Levy en su obra “La Izquierda en Tiempos Oscuros: Una Posición Contra la Nueva Barbarie” (2008), dado que la derecha esta cada día más totalitaria y la izquierda esta enferma de derecha totalitaria, con lo cual el camino se muestra abierto para una tiranía de las mayorías que al final benefician a una minoría en poder.
Si sumamos a esas formulas de ideologías obsoletas de radicalismos perversos la inmadurez colectiva en la selección de los gobernantes y esta era de carencia de liderazgos verdaderos, lo que tenemos en puerta es la continuidad de los tiempos oscuros para la democracia y la libertad.
Y es que ya no es importante si el candidato tiene capacidad para gobernar, o si ha tenido experiencia previa, tampoco si tiene liderazgo verdadero, lo que importa es su ataque contra lo que existe y su capacidad de transmitir una falsa promesa de cambio radical. Bajo esa formula de negación de la experiencia surgen los Chávez, los Morales, los Correa y pare de contar.
La realidad es que las economías globales y las burocracias especializadas hacen de la gestión de gobernar una tarea muy especializada y requiere de equipos de trabajo profesionales y dedicados, equipos que sólo se van formando con el tiempo de trabajo especializado. Eso si son equipos mínimos porque a menos burocracia mayor efectividad porque no se limita la innovación, las burocracias no trabajan para la gente, trabajan para si mismas. Se requiere del desarrollo de políticas públicas de avanzada que vayan de acuerdo con las necesidades reales de lo países y de la competitividad interna y externa, desentramar tanta ley y regulación obsoleta y volver a la libertad como norma, con sólo la regulación mínima necesaria. Cambiar los macro estados y enormes burocracias, las cuales contribuyen a la ineficiencia y a la corrupción, por Gobiernos mínimos que permitan llevar el tema de evitar los abusos entre particulares, el balance de poderes y la seguridad y defensa.
Las realidades cambiantes gracias a nuevas tecnologías no permiten que los gobernantes se den el lujo de aprender en el gobierno, porque se pierde la oportunidad de los procesos de cambio necesarios. De igual forma, la falta de conocimientos o respeto a los procesos democráticos de algunos candidatos externos hacen que procuren eternizarse en el poder y limitar los demás grupos en una obsesión de ocultar su inexperiencia.
En Latinoamérica se ve claro la diferencia entre algunos ex presidentes con experiencia de gobierno y política previa en contraste con los bocones revolucionarios o los aventureros económicos. El respeto a las instituciones que mostraron políticos experimentados como Luis Ignacio (Lula) da Silva (Brasil), Michelle Bachelet (Chile), Fernando Henrique Cardoso (Brasil), entre otros, que supieron mantener los éxitos de presidentes anteriores y al mismo tiempo desarrollar mejores políticas públicas respetando la democracia y además no cayendo en las tentaciones de eternizarse en el poder o cambiar las reglas democráticas para re-re elegirse, lo podemos contrastar con los “novatos” populistas cuya prioridad es la re-elección.
Y es que debemos coincidir con lo dicho por diversos autores de la necesidad de una experiencia de gestión y de vida para poder ser presidente, no deberíamos seguir pensando que cualquier persona tiene la capacidad de ser gobernante. Claro también hay que tener claro que cuando se entra a gobernar se necesita la alternabilidad en el poder para evitar los vicios de la eternización en el poder, así como para que nuevas ideas puedan ir nutriendo el proceso de mejoramiento continúo de los pueblos.
Muchos presidentes que pretenden aprender gobernando, simplemente tratan de adaptar el gobierno a sus espacios conocidos, bien sea el cuartel o su empresa, generando administraciones plagadas de vicios y abiertas a mayores corrupciones que en regímenes donde hay verdaderas alternabilidades, hay respeto por las formas democráticas y se respeta la institucionalidad.
En Latinoamérica vamos avanzando en la historia caminando de espalda con modelos ideológicos obsoletos, con estructuras de gobiernos anacrónicas y con muchos payasos peligrosos que se colaron en la fiesta presidencial por su mentira radical de cambio (de izquierda o de derecha).
Las narco-dictaduras de los países del Alba son buen ejemplo de estas fachadas, donde ya no es posible medir la corrupción porque simplemente es la formula de gobierno y los innovadores son forzados a irse a mejores latitudes para evitar perecer en la ignorancia. En el otro lado del espectro, los gobiernos a la imagen y semejanza de la estructura y formas de tomar decisiones de la empresa del presidente, cómo el modelo implantado por Ricardo Martinelli en Panamá, tampoco son los mejores ejemplos de democracia y respeto de las libertades.
La anti-política, la ausencia de liderazgos, la sequia ideológica y la sustitución de los partidos por fórmulas personalizadas nos ha dejado una región cada día más autoritaria y menos democrática, con democracias de papel electoral. Esto sumado a elites económicas acostumbradas a vivir del estado y de burocracias gubernamentales de los menos capaces lo que produce es caos estructurado con fachadas de estados. Si vamos a jugar un juego abierto sin partidos debemos pensar más bien en formulas libertarias o anarco-libertarias, entonces también nos sobran los caciques y se requieren estado mínimos, de otra manera si el juego es la política de democracias “liberales” entonces nos sobran los amateurs y se deben tener particos modernos y lideres experimentados reales.
Las soluciones mágicas se desvanecen al igual que en los cuentos a la media noche y lo que queda es el final de una mala novela autoritaria; la realidad dicta que necesitamos mejores gobiernos con verdaderos gobernantes, burocracias profesionales, pero reducidas a lo básico y necesario para unos gobiernos eficientes que tengan presente principios de libertad y poblaciones educadas que venzan los fantasmas de los populismos. La alternativa es profesionalizar a los partidos para que se vuelvan verdaderos centros de pensamiento, gestión y de ideas, dejando a un lado estos cascarones a imagen y semejanza de algunos pseudo líderes que necesitan es plataformas electorales. Perder el miedo a la política para las personas capaces y experimentadas, así como a las nuevas generaciones que requieren que sus iniciativas y buenas ideas puedan contribuir a mejores políticas públicas. Es educar a la masa votante para que se vuelvan menos dependientes de los bocones del barrio. Se deben abandonar los cantos de sirena de “los iluminados” y procurar gobernantes con experiencia, capacidad, ideas y propuestas reales. Es el despertar de lo público para vencer la improvisación y los improvisados.