La izquierda Latinoamericana se enfrenta con un gran reto en la región, el de pasar la resaca del emborrachamiento de los recursos petroleros que le daba Hugo Chávez. Podemos decir sin miedo a equivocarnos que simplemente el plan de Hugo Chávez de comprar a la mayoría de la izquierda regional funcionó y ello facilitó la adoración de un militar fascista y el alcahuetear todos sus vicios. La muerte del tirano marca una oportunidad para deslindarse de su herencia, marcada por fracasos y por sangre de inocentes.
Lamentablemente muchos/as presidentes y líderes/as de Latinoamérica, en la euforia regional por los petro-dólares del militar venezolano, olvidaron la tarea de llevar la democracia de sus países al contexto regional. Es un tiempo para nuestros/as presidentes de cortar lazos con la herencia del tirano y sus herederos ilegítimos.
Coincido con lo que muchos han escrito y lo que yo mismo he escrito, de la existencia de al menos dos izquierdas en la región, una de ellas auto-proclamada, es una izquierda violenta, que en lugar del intercambio de las ideas insulta, que en lugar de proponer destruye, y su estrategia es sembrar y repetir mentiras y procura descalificar la razón con inventos e injurias. Esta izquierda, muchas veces tarifada, es la que se mantiene alerta en blogs, artículos de prensa, violencia en la calle, amenazas a los que no opinan como ellos, que se aprovecha de las preventas de sus esbirros que participan como borregos en la destrucción de la democracia de sus países; por supuesto sin conocimientos, formación, ideología real o decencia.
Esta izquierda se alimenta de la violencia y de la exclusión. Tratan de hablar de una alternativa social y de representar a los excluidos, pero realmente lo que excluyen creando unos nuevos grupos elitescos pero con una gran falsedad de mensaje. Se llaman progresistas, se llaman socialistas, pero gritar consignas sociales o usar frases con ideologías gastadas no te hace socialista. La repetición de palabras como socialista, capitalismo salvaje, la derecha burguesa, entre otras, son simples palabras, pero decirlas muy a menudo tampoco te convierten en socialista. Tampoco vuelven a un gobierno socialista los cambios abusivos de nombres de instituciones, calles o el uso de slogans.
El falso enfrentamiento de clases para ocultar gestiones autoritarias fracasadas y farsantes disfrazados de “estatistas” con supuestos objetivos loables para el colectivo, no logran que los autócratas se vuelvan socialistas.
De hecho los más gritones son los más deficitarios en cuanto a su compromiso social. Los 55 años de dictadura gerontocracia clasista en Cuba así lo demuestran; en ese país sólo vive bien el gobernante, el resto del pueblo simplemente ha vivido bajo los efectos perversos de una dictadura que se disfrazó por conveniencia de” izquierda” pero que ha gobernado con absoluto fascismo. Otro ejemplo claro ha sido Venezuela, un país que dilapido las posibilidades reales de sacar a su población de la miseria, mientras sus líderes “socialistas” se ha dado la gran vida, robando a manos armadas y desfalcando al Estado. Por supuesto el “líder” Sandinista no se queda atrás en Nicaragua, donde él y su familia han hecho verse como un niño de pecho al dictador Somoza en cuanto al enriquecimiento y el aprovechamiento del Estado y los empresarios coaptados para amasar una fortuna incalculable.
Si sumamos a estos paladines del Alba sus compañeros de Bolivia y Ecuador, tenemos además modelos de presidencialismo autoritario donde la regla es la violación de la norma para permitir que el dictador se perpetúe en el poder con elecciones manipuladas.
La otra izquierda presente en la región, muestra ejemplos exitosos de mejoras políticas, sociales y económicas dentro del camino democrático, con balances de mercados sin abandonar sus convencimientos de justicia social, como lo han sido en tiempos recientes Luis Ignacio (Lula) Da Silva (luego de un buen gobierno de Fernando Henrique Cardoso) de Brasil, Michelle Bachelet o Ricardo Lagos de Chile, Tabare Vázques de Uruguay, entre muchos otros/as. Esta izquierda, la de compromiso social en democracia, no se asusta de las medidas necesarias de inclusión pero al mismo tiempo no excluye, permite el desarrollo económico y logra procesos de inversión que son muchas veces aprovechados por las grandes mayorías para salir de la pobreza. Son liderazgos que entienden que el estado no puede solucionar todos los problemas, que se requiere del concurso privado y se tiene que avanzar en procesos educativos que faciliten un camino para que la gente abandone la miseria.
El mundo viene avanzando en un proceso de reducción de la miseria, pero no por la aplicación de dogmas gastados, es más bien por fórmulas que han permitido mayor acceso a la educación, mayor facilidades para innovar, mejores oportunidades de trabajos decentes y sistemas más equitativos. Vemos así como en nuestra región se avanza progresivamente venciendo la inequidad salvo en los casos de los países del Alba, donde los avances son lentos y no sostenibles.
Si bien toda la región, por efecto del aumento de ingresos por la venta de productos básicos, ha venido avanzando mucho en la lucha contra la pobreza; en los países del Alba ha sido una reducción mínima, mientras que en países como Perú, El Salvador, Chile, Panamá, entre muchos otros, la reducción de la pobreza ha sido muy pronunciada. Por ejemplo, en Perú el porcentaje de personas viviendo por debajo del umbral de la pobreza ha bajado de 58,7% en el 2004 a 27,8 % en 2011. Brasil es otro país con una reducción exponencial, de hecho tomando datos del IPEA (Instituto de Pesquisa Econômica Aplicada), el país logró reducir en un 25% el porcentaje de personas que viven bajo la línea de pobreza; que pasó del 45% de la población en 1993, al 20% en 2009, según datos de la OIT, se llegó a un 35% desde el 2003 y tan sólo el 8,5 % de la población brasileña todavía vive en la extrema pobreza, con ingresos mensuales inferiores a 70 reales (unos 35 dólares). De hecho, como veremos en el gráfico, en el caso de Brasil se ha reducido la pobreza y se ha logrado una sociedad más equitativa con una mayor clase media.
La diferencia es que en los países más serios (países que no son del Alba) la reducción de la pobreza ha ido acompañada de un balance entre políticas publicas eficientes, aumento de la capacidad productiva, mejoras competitivas e institucionales, estabilidad financiera, mejoras en cuanto al estado de derecho, gobernabilidad y mejoras en las estructuras fiscales que permiten financiar los programas sociales (como Bolsa Familia de Brasil) en el futuro. En los países del Alba (Venezuela, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Bolivia) se ha visto más bien una concentración de poder en manos de los Presidentes y sus grupos, mayor corrupción y crecimiento de nuevos grupos de poder (sociedades menos equitativas), reducción de la pobreza ficticia financiada con petrodólares de Venezuela o actividades financiadas por la diplomacia “revolucionaria” de Venezuela, lo cual es simplemente insostenible. Además los datos que se toman son los datos oficiales, que en el caso de Venezuela son datos falsos o maquillados, por ejemplo en lugar de desempleo se habla de desocupación, se toman en cuenta los programas o misiones, hay manipulación de cifras, etc.
Que en un país como Venezuela, existan todavía millones de pobres, que no existan servicios básicos adecuados y que ni siquiera papel higiénico se consiga, eso es prueba clara de modelos inefectivos de control estatal y de una falsa ideología. Una ideología establecida para retener el poder a toda costa.
Los países del Alba son los únicos que han recurrido a la manipulación del poder durante el ejercicio de las funciones presidenciales para cambiar las Constituciones o lograr decisiones judiciales fraudulentas y así perpetuarse en el Poder.
Sólo un acto divino logró separar al Sr. Hugo Chávez del poder, pero dejó a un heredero tramposo que ha mantenido el país en terapia intensiva. En Nicaragua, Daniel Ortega se ha re-re elegido con la manipulación de los jueces puestos por él y con el fraude electoral. Igual suerte corrió Ecuador con la eternización de Correa en la Presidencia y en el caso de Bolivia, pese a que claramente se negoció en la Constitución la imposibilidad de Evo Morales de postularse para un nuevo periodo y esto estaba claramente establecido en la misma, simplemente por el proceso de manipulación a dedo del nombramiento de jueces ha logrado Morales modificar a su antojo la Constitución para un nuevo fraude electoral.
En todos esos casos simplemente ya no hay democracia; no importa cuántas elecciones celebren esos tiranos. Lo mismo pasa con Cuba, no importa que incluyan a Cuba en el Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) y además le den la presidencia y planifiquen su próxima Asamblea en la Habana el 2014. Si los “lideres” de la región no tienen la moral para decirlo claramente, considero que el rol de uno es dejar en claro que el gobierno autoritario, sanguinario y violador de derechos humanos de CUBA ha sido y es una dictadura. Qué triste papelón de nuestros presidentes.
Esperemos que el debilitamiento del Alba por la muerte del “payaso mayor”, logre que la región vuelva a un camino democrático.