Dr. Carlos E. Ponce S.
Los jóvenes son por naturaleza irreverentes, contestatarios e innovadores, es y ha sido así, sin importar que nuevas tecnologías faciliten la interacción; la creatividad y el liderazgo real son necesarios para cualquier movimiento de jóvenes.
Uno de los atractivos del movimiento estudiantil de Chile, fue que tomo por sorpresa a mucha de la dirigencia anquilosada y ha representado un despertar político y social en donde se consideraba que “todo marchaba bien”, la mayor manifestación desde el retorno de la democracia. Un movimiento fresco peleando por su derecho a que el estado de prioridad a la educación dentro de las políticas públicas y se genere un verdadero esquema de oportunidades para todos/as. Una mezcla de izquierdas, derechas y centros, con voceros/as bien preparados/as, por ejemplo la extraordinaria vocera Camila Vallejo de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile que abiertamente milita en el partido comunista de Chile, o de otros líderes como Giorgio Jackson o Noam Titelman de la Católica de Chile, o Camilo Ballesteros de la FEUSACH y tantos/as otros líderes y lideresas que lograron no sólo motivar las universidades sino también la educación secundaria, y ha obligado al presidente-empresario poco abierto al diálogo de Sebastián Piñera a sentarse a negociar y aceptar gran parte de las demandas. Esto ha sido una movilización no sólo usando redes sociales sino tomando la calle e implementando estrategias originales y efectivas “de calle”.
Y allí vemos uno de los ejemplos de la mezcla de tecnologías 2.0 con activismo de calle, pero lamentablemente no siempre es así y la comodidad del twitter o de Facebook muchas veces mata la iniciativa de calle. Muchos jóvenes en países conflictivos vienen canalizando sus protestas a través de redes sociales, pero no trasladan la protesta a la acción, con lo que al final se muere la protesta en el ciberespacio.
Un país donde en los últimos años el movimiento estudiantil daba la cara en cuanto a la protesta colectiva contra la opresión del régimen y la limitación de los derechos de libertad de expresión o simplemente el derecho al voto libre, como lo fue el caso del movimiento estudiantil de Venezuela, ha pasado ahora a ser simplemente la sombra de lo que pudo ser. Muchas de las acciones se limitan a mensajes positivos financiados por la cooperación internacional en el único canal televisivo no controlado directa o indirectamente por el gobierno, llamados a la inscripción del voto que no motivan ni a sus organizadores, descoordinación, luchas de egos y el conformismo de las redes sociales como mecanismo de protesta, o recurrir a “ruedas de prensa” para dar un mensaje que no inspira a nadie. El conformismo de muchos grupos con el régimen o la falta de irreverencia y de innovación simplemente ha dejado a este movimiento en el letargo.
Otros casos con gobiernos autoritarios como Nicaragua, Ecuador o Bolivia, simplemente los gobiernos han coaptado desde el comienzo los movimientos estudiantiles y no se ha generado mayores preocupaciones y se muestran divididos y acéfalos de liderazgos reales, temerosos de perder sus prerrogativas.
Me toco, junto a un gran amigo y padrastro, ser parte del impulso inicial del movimiento estudiantil en Venezuela en el 2007 y desde entonces se ha buscado la manera de apoyarlos en su lucha por una mejor democracia. Desde el apoyo a lideres iniciales al apoyo a mejores campañas y a contar con sistemas de observación electoral, capacitación o simplemente brindarles espacios para ponerse de acuerdo. Pocas personas pueden decir que han sido reflejadas en wikileaks como responsables del impulso del movimiento estudiantil en reclamo de mejor democracia o haber sido sistemáticamente vilipendiado por esbirros de los autoritarios de diversos países, o perseguidos por ya unas 2 décadas por creer en la democracia y en la libertad como forma de vida, pocas personas pueden decir que han sido insultadas por igual por izquierdas y derechas, pero al mismo tiempo mal identificado en ambos sectores, para una persona que su vida gira en torno a la libertad es un gran honor y me da base para hablar o escribir lo que pienso. Volviendo a los jóvenes de Venezuela, se logro mucho al principio, y el motivador del cierre del canal de televisión RCTV simplemente activo la llama de un movimiento que venía en proceso de coordinación y fortalecimiento. Lamentablemente no se generó una efectiva planificación del relevo y las luces de las cámaras y de los puestos políticos marearon a muchos y tienen mareados a muchos/as de los/as actuales. Igual que en Venezuela se ha tratado de apoyar a movimientos de jóvenes en Nicaragua y Ecuador, pero la llama simplemente no está allí. Otras experiencias positivas en Argentina, Guatemala y El salvador si llaman la atención y a veces generan esperanzas que hay potenciales ocultos por muchos países.
En Guatemala han sido grupos de jóvenes quienes lograron un proceso de cambio democrático y de monitoreo de las instituciones muy interesante y en El Salvador han logrado impulsar una ley de transparencia. Son agentes activos en estos países de la lucha contra la violencia y lo mejor de todo es que sus consignas no se quedan limitadas a una computadora, dispositivo móvil o cualquier forma virtual de comunicación, es en la calle que logran los resultados.
En otras latitudes los casos de Túnez y Egipto nos mostraron la importancia del 2.0 para iniciar procesos de cambio, pero las redes virtuales no fueron suficientes para los cambios, fueron herramientas motivadoras y de convocatoria pero fueron las estrategias de calle las que produjeron los resultados. De hecho cuando los jóvenes volvieron su estrategia de nuevo a redes virtuales las estructuras tradicionales de poder se han encargado de aprovechar el vacio y han logrado imponerse en la cresta de la revolución.
No digo que Facebook, twitter u otras herramientas no sean importantes, de hecho son fundamentales para la comunicación en tiempos actuales, pero estas herramientas solas no cambian regímenes autoritarios ni logran cambios profundos en procesos sociales o revertir las grandes injusticias. A veces hay que ver con cuidado una plataforma como Facebook que está a la venta del mejor postor como una oportunidad de un gran negocio con el uso de la información de los usuarios. Los fanáticos/as del 2.0 lo ven como “la herramienta”, los que llevamos más tiempo en la lucha social o en la búsqueda por mejores espacios para la democracia o los derechos humanos lo vemos como una herramienta útil pero requiere complementarse con otras estrategias y acciones. El uso excesivo de estas herramientas en torno a la protesta social puede llegar a lograr lo contrario, que las personas se den por satisfechas con hacer una protesta en línea o que su frustración se vea canalizada en unas páginas de Facebook, algunos Pins colectivos de Blackberry o en unos caracteres limitados de twitter. Si el valor de mercado inflado de Facebook viene dado por la base de datos (datos de todos/as los usuarios y preferencias), cuanto de eso le toca a cada usuario y que tanto Marck Zuckerberg está dispuesto a compartir en una “comunidad” de usuarios. Ya Facebook ha tenido problemas anteriores con el uso de la base de datos, la seguridad de los usuarios y la seriedad en el manejo de la información, mi pregunta sería, estaría dispuesto cualquier grupo a poner su oportunidad de cambio democrático sólo en manos de Facebook?
Hemos pasado de gobiernos totalitarios limitando la internet a un tiempo en que la preocupación por limitar la internet viene ahora de muchas potencias y empresas privadas que, con la obsesión del copyright y la generación de mayores ganancias, quieren hacernos a todos/as esclavos de sus plataformas y que podamos decir solo lo que por algunos este permitido. Creo que lo bonito de la generación de internet es la naturaleza anarco-libertaria y a veces caótica de la diseminación de las ideas. Pero para los tiranos y autócratas con mantener un monitoreo de las redes virtuales y saber cuando es el momento propicio para suspenderlas ya adelantan la tarea de frenar algo de mayor envergadura.
No solo hablamos del problema de la canalización virtual de las frustraciones como efecto que reduce el activismo de calle como único problema, también encontramos la obsesión por el “posteo”, por la satisfacción de egos con el montaje inmediato de fotos o la excesiva difusión de información que muchas veces es privada. En muchos casos personas han puesto en riesgo a activistas, observadores internacionales e iniciativas porque simplemente no se pueden controlar y de inmediato suben/comparten fotos en sus blogs o paginas de Facebook que pueden poner en riesgo a otras personas. Es una obsesión de mantener informado a sus 100 seguidores y el alimento del ego, usando muchas veces fotos que no tienen permiso de distribuir, imágenes de reuniones privadas y participantes de manifestaciones que necesitan que no les comprometan para poder ser efectivos. Hay lo que yo llamo “pescuezeros/as” de oficio que van a las reuniones y actividades con la obsesión de la foto. Existe el riesgo de la información de estrategias, reuniones o futuras acciones que se filtra y pone en riesgo con los cuerpos de seguridad a los activistas o hace que se pierda la efectividad. Existe el riesgo de los mismos operadores y cuerpos de seguridad de los gobiernos autoritarios usando las redes sociales para identificar riesgos o personas a las cuales hay que “neutralizar”, el uso por grupos criminales, el riesgo de la información falsa para forzar al error de las estrategias y el uso por pseudo periodistas independientes y blogeros cercanos a los regímenes para desacreditar a los liderazgos y sembrar mentiras o verdades muy parciales entrelazadas en grandes mentiras “conspirativas”. Recordemos que Hugo Chávez llego ya a los 3 millones de seguidores por twitter y que Rafael Correa y Evo Morales también usan las redes sociales o que los grupos de acción de todos los autoritarios también escriben y son activos en hiperespacio.
Si bien es extraordinariamente positivo el uso de las redes sociales como protección de defensores y activistas y para desenmascarar la represión y la mentira de los regímenes, y que la internet y las redes sociales es el mejor ejemplo del gobierno libre del futuro, su uso también tiene un riesgo atado.
Esto no significa que no se deban usar las redes sociales o las 2.0, lo que significa es que se debe usar con cuidado y que además no puede ser “la herramienta” sino una de las herramientas, que además nunca podrá sustituir el activismo y la calle en caso de lucha por las injusticias. Los movimientos de jóvenes deben recordar que las verdaderas revoluciones sociales y políticas no se miden por numero de twitters enviados o número de seguidores sino por acciones efectivas concretas, que se debe tener coordinación de estrategias, que mientras mejor formación tiene el liderazgo en estrategias y uso de herramientas varias mejor capacidad tiene de ser efectivo, que hablamos de liderazgos colectivos no de líderes todopoderosos y egocéntricos, que son liderazgos reales no mediáticos; que es igual de malo dejarse coaptar por los gobiernos, por los partidos, por los medios, por los grupos de poder o por la cooperación nacional o internacional. Jóvenes de las Américas hay que tener claro que sus gobiernos y seguidores de los regímenes defienden sus intereses y visiones, y falsas revoluciones, pero mi pregunta es, que carajo ustedes defienden?, no pueden ser monigotes de otros. Si siguen esperando a que otros les definan la agenda más bien gradúense y dedíquense a la empresa privada. A los autoritarios, sepan que los locos se reproducen en el aire y no importa si eliminan o descalifican a uno u otros o si pasan 2, 5, 10, 20 o 50 años, siempre existirá el camino de hacer justicia, ningún tirano queda bien parado en la historia.
A los grupos de jóvenes de Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Cuba, Panamá y Chile, donde tenemos autoritarios de derecha o de izquierda hay que recordar las cuatro “i’s” como fin mismo de la lucha: Independencia, interacción/interrelación, innovación e irreverencia. Y a los no tan jóvenes como yo, sigamos apoyando sin esperar nada a cambio, porque nos jugamos nuestra propia libertad.