OPINIÓN: Nicaragua merece atención
No podemos dejar que el ruido de la crisis de Venezuela calle las voces de auxilio desde Nicaragua.
Por Dr. Carlos E. Ponce, Columnista e Investigador de El Tiempo Latino en casos de Corrupción | 3/20/2019, 12:31 p.m.
*Ponce es Director para América Latina de Victims of Communism Memorial Foundation y Profesor (Lecturer) Norhteastern University. El presente artículo incluye las opiniones del autor que no representan las opiniones de ninguna de las organizaciones con las cuales está afiliado. Las opiniones expresadas aquí son de entera responsabilidad del autor.
Sin importar las amenazas y la violencia del gobierno, los nicaragüenses siguen manifestando pacíficamente en busca de libertad contra la dictadura comunista de Daniel Ortega. Luego de las protestas masivas del 19 de abril de 2018 y los meses subsiguientes y los más de 500 muertos, miles de perseguidos, exiliados, torturados y cientos de presos políticos de manos de la dictadura sanguinaria, los jóvenes y el pueblo de Nicaragua no se rinden al tirano. Este fin de semana vimos cómo miles de personas tomaron las calles y fueron reprimidos violentamente por la dictadura y apresaron a más de 100 líderes de oposición.
Un régimen que ha expulsado a los organismos internacionales de derechos humanos y va impune luego de grotescas violaciones de derechos humanos de parte de las fuerzas policiales y grupos paramilitares armados comandados por Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo. Ante este escenario la economía ha sufrido y la crisis en el país se extiende.
El régimen de Ortega viene aplicando similares estrategias a las dictaduras de Cuba y Venezuela. Por un lado el control férreo centralizado de todas las instituciones, la persecución a la prensa libre, violencia generalizada, torturas, violencia sexual, desapariciones y muerte. Bajo un discurso de falsas revoluciones “socialistas” y elecciones fraudulentas han tratado de ocultar sus crímenes ante la opinión internacional.
Nuevamente el régimen de Daniel Ortega ha convencido a un bloque de oposición, llamado Alianza Cívica de Nicaragua, a sentarse en una mesa de “negociación” sin condiciones previas. Bajo una supuesta excarcelación de algunos presos políticos, algunos delegados de factores de la oposición se sentaron en varias reuniones con el régimen sin lograr ningún resultado. Los liberados fueron menos de los que se esperara que salieran libres y siguen detenidos en sus casas mientras el gobierno no da muestras de querer ceder en resolver la crisis, adelantar unas elecciones libres y cesar la violencia. Negociaciones similares ha implementado en Venezuela la dictadura por más de 20 años simplemente te para ganar tiempo y bajar la presión internacional.
Y es que la crisis dramática que vive Venezuela ha hecho que la atención de Cuba o Nicaragua baje y estos regímenes aprovechan la oportunidad. La dictadura cubana logró que pasara desapercibido el fraude del 24 de febrero de este año, donde se aprobó una “nueva” Constitución que simplemente extiende la tragedia del pueblo cubano, y al mismo tiempo ha incrementado los arrestos a líderes de la oposición y de movimientos de derechos humanos.
Cuba trata de adaptar su fachada constitucional ante la crisis que les espera con la caída de su benefactor Venezuela y los impactos que tendrá la aplicación del Título III de la ley conocida como la Helms-Burton (Cuban Liberty and Democratic Solidarity) que permite a los ciudadanos y empresas norteamericanas demandar a Cuba por las expropiaciones cometidas por el régimen. Esta ley hasta ahora había sido suspendida pero la Administración Trump ha decidido aplicarla.
Venezuela se mantiene como el mayor benefactor de las dictaduras de Cuba y Nicaragua con millones de dólares prácticamente donados en efectivo y en petróleo. Se señala que existen algunas mafias de lavado de dinero proveniente de tráfico droga y corrupción que opera en los tres países.
Al haber terminado el periodo presidencial dudoso de Nicolás Maduro, el 10 de enero, lo que vemos en Venezuela es una dictadura usurpadora aferrada al poder gracias a la violencia de sus grupos policiales, de seguridad y paramilitares (colectivos), muchos de ellos entrenados en Cuba. El país se encuentra secuestrado por una mafia que basa su poder en actividades ilegales y la fuerza. Pese a que la Constitución de Venezuela señala que a la ausencia del presidente de la república será el presidente del Congreso, Juan Guaidó, quien asume la presidencia, Maduro y su pequeño grupo de colaboradores se niegan a ceder el poder.
La solución a la crisis de Venezuela mediante el arresto y deportación de Nicolás Maduro por crímenes de lesa humanidad o narcotráfico, o cualquier otra solución que permita que Venezuela salga de la pesadilla, va a tener un gran impacto en la búsqueda por la democracia en Cuba y en Nicaragua.
Si bien es importante seguir presionando por la salida de Nicolás Maduro del poder, no se puede bajar la atención a los otros dos países del triángulo autoritario. Se deben incrementar las sanciones a ambos países, en particular a familiares, socios y testaferros de Daniel Ortega, comandantes de la policía, empresarios cercanos al régimen y militares. La Nica Act da la posibilidad de incrementar sanciones efectivas que debiliten al régimen. De igual forma se debe evitar apoyar falsas negociaciones y sobre todo evitar que la Organización de Estados Americanos (OEA) caiga en una nueva trampa de Ortega avalando una supuesta reforma electoral.
Recomendamos que el mandato del Special Envoy to Venezuela debe ser ampliado para incluir Cuba y Nicaragua, así como se le debe dar recursos y personal calificado para atender el cáncer de estas dictaduras totalitarias. Latinoamérica no va a salir de la sombra del totalitarismo si no se le da libertad a Cuba. Se debe avanzar con juicios contra perpetradores de violaciones de derechos humanos, narcotraficantes, blanqueadores de activos y corruptos de esos tres países para vencer la impunidad. No se debe bajar la presión internacional contra estos tres países.
La única salida para Nicaragua debe ser la salida de Daniel Ortega, Rosario Murillo y sus cómplices, no podemos dejar que el ruido de la crisis de Venezuela calle las voces de auxilio desde Nicaragua.
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