Venezuela:
Edmundo en el país de las maravillas
Por Dr. Carlos E. Ponce. Profesor Boston University, Northeastern
University y Framingham State University
Publicado en El Tiempo Latino, 05/16/2024
https://eltiempolatino.com/2024/05/14/opinion/venezuela-edmundo-en-el-pais-de-las-maravillas/
Es bueno tener esperanza, sobre todo cuando se vive
bajo la miseria de una dictadura sádica y corrupta, pero hay que tener claro
los escenarios de una posible transición en Venezuela, y los mismos son
bastante complicados. Los venezolanos deben tener claro que son 25 años de una
dictadura, ahora en manos de Nicolás Maduro, que se ha mostrado despiadada, que
se ha acostumbrado a engañar y manipular; y donde prevalece la ilegalidad, el
fraude, la corrupción y la carencia de cualquier punto de decencia o de respeto
del ser humano.
Hay una oportunidad de cambio en Venezuela, pero todo
podría ser muy complicado. El régimen tiene el viento en contra, un
desprestigio popular creciente con números de rechazo cercanos al 85% de la
población (que quiere un cambio político) y una intención de voto de 75% de la
población, una crisis interna de lucha entre factores del Chavismo-Madurismo
que ha llevado a uno de sus principales operadores económicos preso, una
ilegitimidad internacional que ya esta minando el apoyo incluso de aliados
tradicionales, y una crisis económica dolarizada que impide imprimir dinero y
además los aliados económicos como China, Rusia, Irán, o Turquía en crisis. Las
operaciones ilegales cambiarias se manejaban a través del Ex Vicepresidente de
Maduro y Ex Presidente de la petrolera venezolana Tareck El Aissami, quien
ahora esta preso por el régimen. Esto, obviamente reduce la operatividad de
Maduro y sus cómplices. Un grupo en poder perseguido por los fantasmas del caos
que han creado, y para corolario, un caso contra Maduro que sigue avanzando en
la Corte Penal Internacional.
Pero al mismo tiempo es el mismo régimen que durante
25 años ha hecho fraude masivo, que controla todas las instituciones, que
maneja un sistema de justicia arrastrado y cómplice, que tortura, viola
derechos humanos, persigue y manipula. Es el mismo régimen que viene usando la
violencia y el control policial y militar para mantenerse en el poder. No es un
gobierno con tendencia autoritaria, es una dictadura brutal que le ha convenido
dar la ilusión de que existe alguna forma de modelo popular de gobierno. Es un
poder electoral que sigue mostrando una parcialidad y una falta de cualquier
posibilidad de independencia o decencia. Hay un padrón electoral viciado y no
auditado de supuestamente 22 Millones de votantes, en un país de 28 millones de
habitantes desarrollado durante la presidencia de Hugo Chávez y luego por
Nicolas Maduro. Si a ese registro electoral se le quitaran los muertos, los
votos falsos creados a capricho por el régimen, y los más de 8 millones de
venezolanos que se han ido del país (5 millones de votantes), se tendría un
número real de potenciales votantes de 11 millones. Las matemáticas no mienten,
si de los 8 millones que se han ido solo le dejaron actualizarse a 69.189 y de
los 2.5 millones de nuevos votantes que deberían ingresar al sistema solamente
se registraron un 30%, más una tasa de mortalidad del 8%, lo que reduce los
votantes reales en 200,000 por año, el régimen cuenta con más de 11 millones de
votantes inexistentes incluyendo los que no podrán votar desde el exterior. Un
sistema electrónico no verificado o auditado que maneja a conveniencia los
votos. 1700 nuevas mesas electorales nuevas ficticias, mesas itinerantes y
otros centros fantasmas que han sido creados en los 25 años de dictadura, todo
apunta para un mega-fraude en Julio de Nicolas Maduro.
El primer escenario para el 28 de julio es claro, un
régimen que se le va la vida si entrega el poder por las innumerables
ilegalidades y sus alianzas con el crimen organizado va a hacer todo lo posible
por preservar el poder. Maduro y sus cómplices van a entorpecer la campaña
opositora (como lo viene haciendo), y van a hacer fraude. Con todos los
elementos en mano para el fraude, es un régimen que puede buscar distribuir los
votos fantasmas entre los opositores tarifados (conocidos como alacranes) y adjudicarse
una mayoría mínima para “derrotar” al candidato opositor Edmundo
González. Al mismo tiempo los candidatos “opositores” tarifados validarían
el fraude.
Otras variantes de este escenario podrían ser inventar
casos de corrupción al candidato mayoritario de la oposición o una estrategia
de represión masiva que impida el voto. De los escenarios disruptivos del
régimen puede llegar un supuesto conflicto con Guyana para restringir la
movilidad y declarar suspensión de las elecciones. Y precisamente esa suspensión traería una similitud
con la situación de Nicaragua, pero la diferencia es que en Nicaragua gobierna
una sola familia y en
Venezuela a los corruptos del gobierno y a sus aliados económicos les gusta la
buena vida, y un cerco internacional no les va bien. La
militarización con la frontera con Guyana y la construcción de infraestructura
de Venezuela en la Zona en Reclamación para provocar a Guyana y la comunidad
internacional no son buenas noticias y refleja un interés del régimen de
militarizar el país y así evitar protestas sociales por el fraude.
El otro escenario, la fantasía o el país de las
maravillas en el que soñamos millones de venezolanos, es la posibilidad de
salir de la pesadilla de 25 años de dictadura ineficiente, corrupta y criminal.
Si, es cierto que todas las encuestas muestran al candidato de oposición con un
favoritismo amplio del voto de más del 60% de la población, si fueran
circunstancias “normales”, no habría duda del triunfo opositor, pero por
supuesto, esto en Venezuela no es una probabilidad sólida. Es importante la
esperanza y la mente positiva, pero no en exceso porque la complicada ruta que
tenemos al frente requiere de sacrificios; no de triunfalismos.
Para que existan cambios de regímenes y transiciones
luego de autoritarismos es necesario que existan movimientos sociales fuertes y
coordinados que presionen al régimen desde la base, fuerzas opositoras que
coordinen esfuerzos para lograr plataformas unitarias de contención, un
detonante de fuerza que eleve el costo al régimen y la fractura interna del
grupo de poder que permita negociaciones con elementos más democráticos del
régimen para una transición. Sin esas condiciones no hay transición, excepto
por la fuerza, y ese no es un caso posible en Venezuela.
La fuerza que ha demostrado María Corina Machado en la
calle, con una movilización masiva nacional se asemeja a lo que le permitió a
Acción Democrática acceder al poder que poseía el dictador Marcos Pérez Jiménez
o similar a la movilización que logró Hugo Chávez en su momento. El error del
régimen de prohibirle la salida del país y prohibirle volar en Venezuela la
obligó a una campana de calle, que ha sido imposible al régimen detener. La
inhabilitación de Machado tampoco evito una estrategia de sobrevivencia
electoral de los partidos de oposición, que encontraron a un candidato
desconocido, Edmundo González, como alternativa que pasó inadvertido por
el régimen. Machado asume la postura similar a la de Aung San Suu Kyi de
Burma/Myamar que en 2006 se hizo a un lado de la campaña presidencial para
poder derrotar a la Junta militar cuando la inhabilitaron. Su movilización para
el 28 de Julio, también debe continuar para las elecciones del 2025, y en caso
de fraude masivo, para presionar por el cambio. Ya sabemos que la esperanza sin
estrategia es ilusión.
El escenario de fraude electoral se podría asemejar a
lo que vivió Perú con el gobierno autoritario de Alberto Fujimori donde el
organismo electoral (ONPE) estaba al servicio del autócrata cometió un fraude
masivo donde había más votos que votantes. La comunidad internacional denunció
el fraude y la oposición inició movilizaciones sociales por todo el país,
incluyendo la llamada “Marcha de los 4 Suyos”, que llevó a muchos partidarios
del gobierno fujimorista a renunciar y sumarse a las protestas. Fujimori en un
viaje a Japón decide quedarse y arranca la transición.
Un factor importante que debe darse es crear
los incentivos para una transición, que a los integrantes del grupo en
poder le sea posible pensar en su sobrevivencia con un cambio político en
Venezuela. Si los que están en el poder con Maduro piensan que su futuro está
en la cárcel o en el exilio no van a facilitar una transición y sin ellos sería
un escenario casi imposible. Es duro que luego de tanta persecución y la
tragedia que se ha vivido en estos 25 años se pueda pensar en espacios de
diálogo y co-existencia con criminales, y es natural que muchos queramos ver
presos a los que nos persiguieron, pero pensar en años adicionales de esta
tragedia que ha impulsado a más de 8 millones de personas a escapar, merece la
pena un cambio de mentalidad.
Si se da el escenario del país de las maravillas,
Edmundo Gonzalez como presidente podría ser clave en un gobierno de transición
incluyente que lleve a una reforma constitucional, transformación institucional
y un gobierno de unidad que lleve la transición hacia un país vivible y
posible. Pero falta mucho y se requiere de mucho compromiso y esfuerzo y no
solo de esperanza y sueños.
El escenario de fraude electoral se podría asemejar a
lo que vivió Perú con el gobierno autoritario de Alberto Fujimori donde el
organismo electoral (ONPE) estaba al servicio del autócrata cometió un fraude
masivo donde había más votos que votantes. La comunidad internacional denunció
el fraude y la oposición inició movilizaciones sociales por todo el país,
incluyendo la llamada “Marcha de los 4 Suyos”, que llevó a muchos partidarios
del gobierno fujimorista a renunciar y sumarse a las protestas. Fujimori en un
viaje a Japón decide quedarse y arranca la transición.
Un factor importante que debe darse es crear
los incentivos para una transición, que a los integrantes del grupo en
poder le sea posible pensar en su sobrevivencia con un cambio político en
Venezuela. Si los que están en el poder con Maduro piensan que su futuro está
en la cárcel o en el exilio no van a facilitar una transición y sin ellos sería
un escenario casi imposible. Es duro que luego de tanta persecución y la
tragedia que se ha vivido en estos 25 años se pueda pensar en espacios de
diálogo y co-existencia con criminales, y es natural que muchos queramos ver
presos a los que nos persiguieron, pero pensar en años adicionales de esta
tragedia que ha impulsado a más de 8 millones de personas a escapar, merece la
pena un cambio de mentalidad.
Si se da el escenario del país de las maravillas,
Edmundo González como presidente podría ser clave en un gobierno de transición
incluyente que lleve a una reforma constitucional, transformación institucional
y un gobierno de unidad que lleve la transición hacia un país vivible y
posible. Pero falta mucho y se requiere de mucho compromiso y esfuerzo y no
solo de esperanza y sueños.
El escenario de fraude electoral se podría asemejar a
lo que vivió Perú con el gobierno autoritario de Alberto Fujimori donde el
organismo electoral (ONPE) estaba al servicio del autócrata cometió un fraude
masivo donde había más votos que votantes. La comunidad internacional denunció
el fraude y la oposición inició movilizaciones sociales por todo el país,
incluyendo la llamada “Marcha de los 4 Suyos”, que llevó a muchos partidarios
del gobierno fujimorista a renunciar y sumarse a las protestas. Fujimori en un
viaje a Japón decide quedarse y arranca la transición.
Un factor importante que debe darse es crear
los incentivos para una transición, que a los integrantes del grupo en
poder le sea posible pensar en su sobrevivencia con un cambio político en
Venezuela. Si los que están en el poder con Maduro piensan que su futuro está
en la cárcel o en el exilio no van a facilitar una transición y sin ellos sería
un escenario casi imposible. Es duro que luego de tanta persecución y la
tragedia que se ha vivido en estos 25 años se pueda pensar en espacios de
diálogo y co-existencia con criminales, y es natural que muchos queramos ver
presos a los que nos persiguieron, pero pensar en años adicionales de esta
tragedia que ha impulsado a más de 8 millones de personas a escapar, merece la
pena un cambio de mentalidad.
Si se da el escenario del país de las maravillas,
Edmundo González como presidente podría ser clave en un gobierno de transición
incluyente que lleve a una reforma constitucional, transformación institucional
y un gobierno de unidad que lleve la transición hacia un país vivible y
posible. Pero falta mucho y se requiere de mucho compromiso y esfuerzo y no
solo de esperanza y sueños.
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